Cómo no transmitir inseguridad a tus hijos

     El otro día tuve una regresión. Un viaje astral a mi infancia gracias al cajero automático de mi banco. ¿Pues no voy yo a actualizar mi libreta con toda mi buena fe y, así, a modo de arma arrojadiza, la pantalla del cajero me espeta la siguiente máxima: «Expertos en encontrar tu tranquilidad»? Que hace ya falta valor que un banco te venda esa idea. No sé a vosotr@s pero a mí un banco me inspira de todo menos tranquilidad…fíjese usted. Pero dejando aparte el Premio Limón que habría que darle a la agencia de publicidad del banco, la frasecita de marras me hizo cavilar a lo largo de todo el camino a casa sobre lo que a mí como ser humano, ya de por sí intranquilo, me producía tranquilidad. Y como una es dual  por dentro como los Conguitos blancos y negros…también hubo para pensar en cómo evitar la inseguridad.

     Mis divagaciones me llevaron a mi infancia, a la época en que mis padres eran superhéroes y todo lo podían: podían con la Madre Superiora del colegio, con el practicante y hasta, si me apuras…con algún paje díscolo de los Reyes Magos. Mis padres fueron mi referencia más directa para forjarme como persona. El modelo a copiar. Esto a veces ahora como padres se nos olvida a ratos, tenemos tan lejana nuestra infancia que en ocasiones caemos en el error de pensar que la cabeza de un niño pequeño funciona como la nuestra.

    Pero no nos despistemos gente…siguiendo con mi infancia, corrían los años 80…(música ambiente de Mecano) y mi madre, sola ella con su sola presencia, me proporcionaba tranquilidad. Escuchar sus consejos y su quitar importancia a cosas que me pasaban de peque eran como un mantra sanador para una niña, lo vamos a decir suavemente, un poco cagueta, un mucho indecisa. Para todo me ofrecía una solución o un remedio o un «no pasa nada».

     Yo ahora soy madre también. Y quiero educar a mi hijo para que desde YA viva en la tranquilidad que da una mente formada a salvo de inseguridades. Lógicamente hablo de inseguridades mentales, de barreras psicológicas que a veces sin darnos cuenta transmitimos a los niños con una filosofía errónea del miedo. Y no hablo de ser un Juan Sin Miedo o de ir por la vida de Agustina de Aragón disparando el cañón. No. Que no es eso. Que en esta vida la prudencia la sigo considerando como una virtud. Hablo de dejar de intentar cosas por el miedo al fracaso o por la inseguridad del si saldrá mal…

     El miedo del que yo hablo es el miedo a no ser aceptado, el miedo a no hacerlo bien, el miedo a no ser lo suficientemente bueno… Todos estos miedos aparte de inútiles y paralizantes se graban a fuego en el inconsciente de un niño y pueden dar lugar a inseguridades reales. ¿Qué pasa si algo no sale todo lo bien que esperamos? Nada!! ya se intentará otra vez y si no, no es ni el fin del mundo ni la guerra nuclear.

     Poniéndome en situación de un niño pequeño, el mío sin ir más lejos, os cuento la técnica que yo utilizo para potenciar la seguridad en sí mismo y desterrar miedos inútiles:

    * Repetirle cuando la ocasión lo requiera «NO tengas miedo». Las veces que haga falta. Esto ayuda a superar la falta de seguridad. Porque no olvidemos que el miedo es el origen de toda inseguridad.

     * No decirle jamás de los jamases «Tú no sabes hacer esto». Si hay alguna tarea que conlleve peligro como utilizar un cuchillo en la cocina, o manejar cualquier aparato que pueda romper o entrañe peligro, no hay que decir al niño que él no es capaz o no sabe, sino que hay que explicarle que eso lo debe hacer un adulto porque puede hacerse daño. O sea, racionalizar la situación y explicarle el porqué es pronto para que lo haga. El niño lo entenderá y no lo verá como un fracaso o una cosa que él no es capaz de hacer, sino como un reto a futuro.

     * Utilizar mucho mucho mucho el refuerzo positivo. Esto es, felicitarle cuando hace algo bien, aunque puedan parecer tareas sin importancia como recoger su servilleta en el cajón. Para un niño cualquier cosa puede tener importancia. Conseguiremos reforzar la seguridad en sí mismo y percibirá cuándo hace las cosas bien y cuándo las hace mal.

     * Si algo le sale mal o el niño simplemente no es bueno en algo (como montar en bici, patinar, nadar…), no hay que hacer un drama de eso. Animarle a que lo intente, sí. Pero no obligarle a que haga según qué actividades a toda costa. Eso es lo que a veces veo por los parques, que hay padres que casi obligan al niño a hacer cosas que claramente no quiere hacer, con la consecuente manía que el niño cogerá a la actividad en cuestión. Según qué actividades de ocio se hacen sí te gustan, y si no, no pasa nada. Obligando sólo conseguiremos amargar al niño y que le coja mala gana a lo que sea.

     * Ante una tarea mal hecha no hay que hacer leña del árbol caído. Decirle al niño «No pasa nada. Ya verás que la próxima vez te saldrá mejor» es la mejor opción. El niño no lo verá como un fracaso y tendrá un incentivo para volver a intentarlo. No importa cuántas próximas veces haya, lo importante es aprender y disfrutar en el proceso.

     * Explicarle al niño que uno no puede hacer todo bien o muy bien. Que hay cosas que nos saldrán mejor que otras y que hay personas a las que se les da mejor dibujar, a otras bailar y a otras cantar. Todos no somos iguales pero todos somos igual de válidos.

     En resumen, que los padres tenemos un papel primordial en estas cuestiones y si has observado que tu peque se siente «diferente», y esa diferencia le paraliza y deja de hacer cosas por el miedo al fracaso, observa el modo en que le hablas, porque muy probablemente el origen esté en ideas erróneas que hayáis podido verbalizarle. Debemos tener presente que nosotros, los papás, somos los modelos por los que nuestros hijos se guían. Por eso, cada día, debemos esforzarnos por llegar a ser mejores personas: más seguras y con más autoestima… Revisar mi diálogo interno y observar lo que me digo ante situaciones de cosas que salen mal me ayuda a corregir pensamientos erróneos que no quiero transmitir a mi hijo. Tus palabras dependen de tus pensamientos. Así que toca ordenarse la cabeza para hablar de una forma adecuada a los niños.

     Y con esta reflexión os dejo. Mientras, estaré atenta a mi cajero automático a ver qué me dice la próxima vez. Que lo mismo me inspira otro post

     Hasta la próxima semana!!

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10 comentarios en “Cómo no transmitir inseguridad a tus hijos

  1. mividadecolorazul dijo:

    Me parece genial sobre lo que has escrito. Nosotros en casa tenemos una hoja llena de frases con rrefuerzo positivo para no decirle siempre las mismas, e ir cambiando según la situación…jeje. Pero me parece súper importante explcarle cien las cosas y apoyarle en tooodo lo que se proponga, siempre darles una oportunidad porque sino nuca sabrán hacerlo. Me encanta que hayas hablado de esto!!jij, besos

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    • mamaysuscosas dijo:

      Muchas gracias por tu comentario!! Oye pues eso de tener una guía de frases de refuerzo positivo es una ideaza! ! Es lo que dices, hay que explicarles bien las cosas, a menudo se tiende a subestimar la capacidad de comprensión de los niños. En casa siempre que hemos recurrido a sentarnos y explicarle con calma alguna cosa siempre siempre ha dado el resultado esperado. Un besazo!!

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  2. lloviendoydescalza dijo:

    La verdad es que si, desde pequeños que son esponjas es donde se les debe ayudar y enseñar. Un saludo y ya me iré pasando a leerte que soy nueva por aquí y estoy un poco verde aún jaja😂. Buen finde!!

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